martes, 24 de junio de 2014

La profecía de George Orwell: manipulación mental en masa.




George Orwell


José Carlos Fernández

 
La idea de que podamos ser manipulados en aras de oscuros intereses sin ser conscientes de ello traspasa la barrera de la ficción y se asoma como posibilidad al mundo real bajo el análisis del autor.


Todos nos sentimos estremecidos al leer 1984, de George Orwell, o al presenciar alguna de sus versiones en cine. La manipulación mental en masa, la pérdida del sentido de individualidad, el alma vaciada de cualquier impulso generoso e idealista, la traición a nuestras íntimas convicciones y a aquellos a quienes amamos, forman parte del escenario de terror de esta obra. En ella, Orwell alertaba del peligro del comunismo staliniano y sus métodos de manipulación y destrucción del ánimo basándose en el miedo. Critica también la pérdida de palabras del lenguaje, la vulgarización de las expresiones y, algo aún peor, la introducción de palabras y estructuras lingüísticas que no corresponden a ningún significado o que desestructuran la mente, como si fuesen virus informáticos. Un ejemplo, en esta lengua, que Orwell llamó Novilingua, es la palabra Duplipensar, que es “la capacidad de guardar simultáneamente en la cabeza dos creencias contradictorias y de aceptarlas ambas, sin conflicto”. Esto significa la pérdida de la inteligencia y de la libertad interior, la incapacidad de elegir, de meditar y seleccionar según un criterio propio aquello que creemos más válido, más cierto.


Resulta curioso comprobar que muchas de estas palabras son muy semejantes en estructura a las simplificaciones propias de los términos informáticos, lo que no sería alarmante si después estos términos no pasaran a la lengua cotidiana. En resumen, estamos ¿“in” o “out”?, o es que quizás vamos a tener que “reiniciarnos”, porque tenemos un hacker que nos está provocando dolor de cabeza.


Como decía Séneca, sabemos que es la vida quien configura la lengua, pero también es cierto que el cómo hablamos expresa nuestra visión del mundo. El sumergirnos en la literatura clásica nos permite no olvidar una visión poética de la vida, y el universo mental de un Shakespeare, Camões, Cervantes o Tolstoi es tan pletórico de matices y colores, que el nuestro, en comparación, es grisáceo y sin demasiados tonos. Retirar antónimos y sinónimos de los diccionarios, como hacía el Gran Hermano en la obra de Orwell, era un modo de idiotizar y hacer más mansos a los ciudadanos, y por desgracia, comprobamos hasta qué punto fue certera su visión del futuro.


El libro 1984 es una metáfora de nuestras sociedades modernas y los sistemas de control de masas, omnipresentes –como el Gran Hermano– en la sociedad de consumo y globalización económica actual. George Orwell combatió denodadamente contra la enfermedad que lo devoraba, la tuberculosis, para poder terminar su escrito alertando así a sus contemporáneos y a las futuras generaciones del peligro que corrían. Demostró una gran agudeza al prever el poder de la televisión y su posición sagrada en el altar donde otrora brillaba el fuego del hogar. Teletela, la llama él, y sirve, no solo para ser “sorbido” mentalmente, sino también para ser vigilado por las autoridades.

 

 

Cuando toda resistencia es vencida

 

Y sin embargo, es quizás solo ahora cuando nos encontramos con la más pavorosa de sus predicciones. ¿Recuerdan la habitación 101 donde Wingston Smith es torturado y cede a las exigencias de sus verdugos, renunciando a todo aquello que ama, a su propia alma e identidad, pues el terror le hace vaciarse, dejar de ser, besar las manos y rendir culto a quien le destruye? Este es el Gran Hermano, el dios y tótem, cristalizada imagen de la caverna platónica. Y es que esta obra es una versión dramática, sociopolítica y fundamentada en hechos históricos de la alegoría platónica de las almas-sombras encadenadas y esclavas de la propia caverna, que, como la sociedad globalizada hoy, se protege a sí misma triturando conciencias y huesos. Wingston Smith, símbolo en esta obra de “El último hombre de Europa” (este era el título original del libro de Orwell), había superado todo tipo de torturas, fiel a su alma, fiel a su amada Julia y fiel a su odio a un sistema deshumanizante. Pero en esta habitacion 101 sus verdugos penetran en las profundidades del inconsciente y hallan cuál es para cada uno el más terrible y pavoroso de todos los miedos, y ellos le dan forma. Es una sala de torturas personalizada para quebrar toda resistencia.

 
Estos son los conocimientos que ahora comienzan a despuntar en el horizonte de nuestro mundo, moralmente en ruinas. Lo triste es que se trata de técnicas de magnífica ayuda al prójimo y de cuyos beneficios todos nos servimos, pero hay ya sombras que nos hacen sospechar lo peor. La Resonancia Magnética, la Tomografía Axial Computerizada (TAC) y la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) permiten un diagnóstico y análisis del organismo “en tiempo real” y con una precisión asombrosa para detectar cualquier anomalía o tumor. Los datos que suministran están siendo especialmente reveladores también en el estudio de las momias, y nos están permitiendo descifrar los secretos de cómo funciona el cerebro. Una de estas revelaciones cuyas consecuencias aún no han sido suficientemente calibradas es, por ejemplo, la que ha originado el experimento con una joven británica en estado vegetativo desde hace varios meses, trabajos efectuados por Steven Laureys, de la Universidad de Lieja, y Adrian Owen, de Cambridge. Se animaba a esta paciente en coma –y por tanto, según las teorías actuales, sumergida en la más profunda inconsciencia– a que imaginase un recorrido por su casa o una partida de tenis, y las imágenes de actividad cerebral que aparecían en el escáner de resonancia magnética coincidían con las de un grupo testigo de personas conscientes. Si esto es cierto, resulta que los pacientes que se hallan en coma, aunque no tienen ningún tipo de actividad motora voluntaria, sí son conscientes y saben lo que hablamos y, ¿quién sabe?, quizás también lo que pensamos, puesto que es posible que no se hallen estrictamente dentro del cuerpo físico, sino solo cercanos a él.


La desgracia es que en un mundo contaminado, física y moralmente, los mejores esfuerzos son contaminados por el interés y deseo de lucro, sin importar cuán devastador pueda esto ser para la condición humana. Y no olvidemos que la única verdadera calidad de vida es la que respeta el sentido de humanidad y sus valores. Es decir, sin moral no hay calidad de vida; como mucho, puede haber calidad de consumo, o sea, pan para hoy y terror para mañana. Como expresó un sabio hindú, cuyo nombre responde a las iniciales K.H., “Vivir es aspirar, crear, transformarse y triunfar. Todo lo demás es detestable vegetar en una ignominiosa supervivencia en la indignidad, la abyeccion y el caos...".
¿Quién nos defenderá de aquellos que ya perdieron sus escrúpulos, de aquellos que pueden hacer curvarse las leyes y las instituciones ante su poder, y para quienes el mundo entero es como un monopoly en que se puede comprar y vender?

 

 

La mente: una caja de seguridad abierta

 

Extractamos fragmentos de una noticia redactada en el periódico El Mundo, el 2 de diciembre de 2006, destacando en negrita y subrayando lo que nos interesa:


La mente era, hasta hace poco, la gran caja de seguridad que encerraba la solución a estos y otros enigmas, inaccesibles para la ciencia. El misterio se está empezando a desvelar gracias a las nuevas técnicas de diagnóstico por imagen. Los escáneres están penetrando sin pudor en la intimidad del cerebro y descubriendo que la razón de que unas personas se comporten de forma diferente a otras, de que enfermen o de que no respondan de igual manera a un tratamiento no es fruto de la casualidad, sino que está escrito en su estructura.


Muchas de estas 'verdades' se han dado a conocer esta semana en la 92 reunión de la Sociedad Radiológica Americana (RSNA, sus siglas en inglés), la gran feria de la tecnología del diagnóstico por imagen que cada año reúne en la ciudad de Chicago (EE.UU.) a más de 60.000 profesionales de multitud de disciplinas médicas llegados de todo el mundo.


Puede que a la próxima edición de la RSNA acudan también los ejecutivos de las empresas de marketing. Una de las investigaciones más llamativas presentadas en esta última ha sido un estudio alemán que ha evaluado mediante la resonancia magnética (RM) qué zonas del cerebro se activan en la mente cuando se nos presenta un producto de una potente marca.


Según explicó en el congreso Christine Born, radióloga del hospital universitario Ludwig-Maximilians de Munich, nuestra mente podría determinar qué coche nos compramos antes incluso de que nos hayamos sacado el carné de conducir y nos planteemos esa posibilidad. Este estudio pionero revela que ciertas marcas comerciales desencadenan una fuerte actividad cerebral que otras no logran despertar, independientemente del tipo de producto.


El trabajo abre la posibilidad de que las modernas técnicas de imagen vayan un paso más allá de los sondeos de opinión y de los estudios de mercado a la hora de conocer los gustos del consumidor. De hecho, pueden complementar otros métodos que se emplean en un área emergente: la neuroeconomía.


«Nuestra investigación revela que existe un proceso mental anterior al hecho de la compra y que tiene que ver en cómo se perciben y procesan las marcas en el cerebro», explicó Born, para quien este tipo de estudios puede ayudar a «comprender mejor las necesidades y demandas de los distintos grupos sociales y para mejorar su calidad de vida».


Lo primero, decir que no sabemos qué mueve a una profesion tan noble y útil como es la radiología, destinada a diagnosticar la salud o la enfermedad, a preocuparse tanto por cómo se puede determinar el coche que nos compraremos, años antes siquiera de tener el carnet de conducir.

 
Lo segundo, el último párrafo subrayado debe de ser una ironía o una broma de mal gusto, o quizás esta figura del lenguaje que se llama eufemismo, y que la Wikipedia define como figura de estilo que consiste en suavizar la expresión de una idea molesta sustituyendo el término contundente por palabras o circunlocuciones menos desagradables o más pulidas (o quizás más convenientes al interés de cada uno).


¿Desde cuándo el marketing se ha ocupado en comprender mejor las necesidades y demandas de los distintos grupos sociales y mejorar la calidad de vida, en vez de, hablando llanamente, saber cómo mejor vender un producto? La calidad de vida de la que se habla aquí no es, desde luego, la que pensamos nosotros, y que ya explicamos antes, sino la que utilitariamente establece la pirámide de Maslow, para quien, por cierto, el hombre no es un dios encadenado, sino un atado de deseos e instintos estructurados consciente o inconscientemente en torno al propio egoísmo, dentro de la mente humana.

 
Triste visión de la naturaleza humana, que tanto dolor está causando. Es claro que se avecinan tiempos duros en que va a ser cada vez más difícil pensar con claridad y cordura, por uno mismo y según el propio criterio, saliendo de la masa oscura y anónima de la indefinición y la inercia. Y, sin embargo, ese es, según todos los sabios, nuestro verdadero destino, nuestra única opción... humana.

domingo, 8 de junio de 2014

Puntuaciones acerca de lo Nacional y Popular


Por: Luis Bruschtein


La creación de una nueva secretaría en el ámbito del Ministerio de Cultura generó una metralla de ironías, comentarios socarrones y algunas críticas.

El nombre es un poco pomposo, pero los desprecios apuntaron al fondo de la cuestión y la mayoría, con mucha ignorancia.

Hubo quienes le auguraron al nuevo secretario, el filósofo Ricardo Forster, un descenso fulminante del mundo académico al de la plebe.

En algunos ámbitos la palabra “nacional” eriza los pelos, se la relaciona con los flor de ceibo”, como se les decía despectivamente a los intelectuales peronistas “porque crecen en cualquier parte” y no son “cultivados”.

Son expresiones de otros tiempos en que se despreciaban las formas de pensamiento que trataban de vincularse con los movimientos populares. La cultura argentina tiene un rasgo dominante a izquierda y derecha, desde liberales a conservadores.

“No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras ésta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él... Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos de su país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante en un pueblo nuevo quiere decir creador.” No era Sarmiento el que escribía así.

Era José Martí, que publicó Nuestra América en parte como respuesta a la Civilización y barbarie de Sarmiento.

“Las razas americanas viven en la ociosidad, y se muestran incapaces, aun por medio de la compulsión, para dedicarse a un trabajo duro y seguido. Esto sugirió la idea de introducir negros en América, que tan fatales resultados ha producido”, decía Sarmiento para quien la civilización estaba expresada en Europa y en Norteamérica y la barbarie en América latina y el resto del mundo. Son dos visiones de la misma realidad, la de Martí y la de Sarmiento.

Sarmiento era “nacionalporque había nacido en Argentina. José Martí no, porque era cubano de origen español.

El pensamiento no tiene nacionalidad. La génesis cultural argentina se desarrolló bajo la poderosa impronta del pensamiento sarmientino: una cultura “nacional” que renegaba de lo “nacional”.

Casi todos sus análisis eran etnicistas y supremacistas, planteaba la supremacía de europeos y norteamericanos sobre indios, criollos, mestizos y españoles, etnias, culturas y nacionalidades que formaban la Nación Argentina.

Sarmiento era “nacional” porque había nacido en Argentina, pero cuando se expresaba despectivamente de indios y criollos, de sus costumbres y hasta de su aspecto físico, nadie puede decir que su pensamiento reivindicara esos caracteres que también eran “nacionales”.

Se puede decir que Sarmiento era “nacional” por su origen, pero que el contenido de su pensamiento no era “nacional”.

En Nuestra América, José Martí dice que “ni el libro europeo ni el libro yankee daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio y los países venían cada año a menos (...) De nuestra América se sabe menos de lo que urge saber, aun por aquellos que fungen de opinadores en las cosas públicas y celebran a los Estados Unidos con tanta pasión como la que ponen en denigrar a los demás pueblos de América”.

Martí no era “nacional” porque no había nacido en Argentina, pero reivindicaba los componentes culturales nacionales, en este caso, de los pueblos que componían la Nación Latinoamericana.

Era un extranjero que tenía un pensamiento “nacional”. De alguna forma hay que llamarlo y no es por el origen, sino por sus contenidos.

Con el pensamiento marxista o de izquierda hubo un proceso parecido. José Carlos Mariátegui era peruano, no era “nacional”, pero decía que el socialismo se construía a partir de las experiencias de las culturas originarias latinoamericanas, de las comunidades ayllu incaicas. Victorio Codovilla y Juan B. Justo fueron los fundadores en Argentina del Partido Comunista y el Socialista, respectivamente.

Codovilla era uno de los dirigentes más importantes de la Komintern, que era controlada por la URSS. Primero era de la Komintern y después del PCA, y de hecho, sus restos quedaron en el Kremlin de Moscú.

Su pensamiento se enfocaba desde Moscú para mirar a la Argentina, e incluso para mirar Latinoamérica, donde la Komintern se opuso a la lucha de Augusto Sandino en Nicaragua y al gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas en México, entre algunas de las causas populares que molestaban a la URSS.

Juan B. Justo era un admirador de los Estados Unidos y pensaba que cuando ese país invadía a otro latinoamericano, estaba llevando el progreso.

Mariátegui era peruano, no era “nacional” por origen, pero pensaba con ese contenido. Codovilla y Juan B. Justo, en cambio, eran argentinos, pero cada uno enfocaba su pensamiento desde otro centro de interés o punto de vista.

Sin embargo, entre los comunistas hubo pensadores como Rodolfo Puiggrós, que tenía una visión “nacionalopuesta a la de Codovilla.

Y lo mismo en el socialismo, donde Manuel Ugarte tenía una mirada antiimperialista y latinoamericanista opuesta a la de Juan B. Justo.

Puiggrós y Ugarte fueron expulsados de sus partidos, donde primaron las otras miradas. Los dos se mantuvieron fieles a su pensamiento, lo que no fue obstáculo para que Perón designara a Puiggrós al frente de la UBA y a Ugarte como embajador. En esa idea nacional confluyen marxistas, cristianos, humanistas, radicales y otras corrientes de pensamiento.

El pensamiento “nacional” no es el pensamiento “argentino”. Sería como decir que los existencialistas vienen de un país que se llama “Existencia”.

El pensamiento argentino es mucho más amplio y diverso.

Dentro del pensamiento “argentino”, el pensamiento “nacional” siempre fue una minoría, quizá por esa poderosa impronta que le dejó Sarmiento y que termina de cuajar en el proyecto de Roca y la generación del ’80 y después en los decantamientos que se van produciendo en las izquierdas locales que asumen en forma íntegra y acrítica la carga sarmientina despreciativa de ese acervo cultural identitario.

Las imágenes del “cabecita negra”, del “grasa”, o del “aluvión zoológico” que describen al obrero peronista se emparientan con algunas descripciones que hace Sarmiento del gaucho y los indios en el Facundo, civilización y barbarie.

En todos los países de América latina hay corrientes de pensamiento que expresan supremacías y que ocultan o justifican esquemas de dominación de clase o de preponderancia de culturas extranjeras.

En países donde la inmensa mayoría es mestiza o de pueblos originarios, los funcionarios son blancos y la educación, las publicidades y los medios de comunicación promueven pautas y valores que relegan y desprecian a esas mayorías para que se asuman como inferiores.

El primer gobierno originario de América latina es el de Evo Morales en Bolivia y tuvieron que pasar 200 años desde la Independencia.

En Nuestra América, José Martí no habla de supremacía de una identidad cultural sobre otra –como hace Sarmiento–, sino de la necesidad de que cada quien asuma la suya como comienzo liberador.

Es el ABC. Las ideologías de dominación buscan que las mayorías se sientan inferiores para poder dominarlas. “Nacionales una forma de definir la búsqueda de esos hitos de identidad para construir formas de relacionamiento igualitarias con otras identidades y formas culturales distintas.

Hay otro párrafo del escrito de Martí que dice:

“La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas”.

Lo nacional en América latina no tiene nada que ver con el franquismo, aunque usen el mismo adjetivo, ni con el ser nacional del militarismo.

En América latina, lo nacional está relacionado siempre con sectores populares de obreros, campesinos, criollos, inmigrantes y pueblos originarios y con una idea de comunión latinoamericana.

Cuando se habla de nacional y popular en América latina se piensa en esos términos. Pero en Argentina la academia está más acostumbrada a comparar todo con Europa y Estados Unidos.

sábado, 7 de junio de 2014

Las políticas del mal





Francisco RIVAS LINARES

 

“Las presiones y la responsabilidad que conlleva

el poder termina afectando a la mente. El poder

intoxica tanto que termina afectando al juicio

de los dirigentes”

Lord Owen. ‘En la enfermedad y en el poder’

 

 

Carlos Fuentes publicó en 2002 un conjunto de textos que constituían una síntesis de sus reflexiones en torno a diversos tópicos: literarios, filosóficos, políticos, educativos etc. El título de la obra, “En esto creo”, nos sugiere un breviario de sus personales divagaciones.

 

Después del tema inaugural, “Amistad”, explaya un conjunto de conceptos en torno al “Amor”. De aquí tomo la siguiente cita: “En la vida política es posible convencerse de que se actúa por amor a un pueblo para acabar destruyendo a ese pueblo y concitando el odio…” Y ejemplifica: “Hitler declaró que practicaría, para procurar el bien, una política del mal…”

 

Carlos Fuentes se valió de este ejemplo para contraponerlo con Stalin, “…quien se envolvía en la bandera de una ideología occidental humanista para perpetrar un mal comparable al de Hitler, pero que no se atrevió a decir su nombre.”

 

Toda proporción guardada, los gobernantes de los últimos treinta años nos han estado aplicando las políticas neoliberales dictadas desde el exterior con bastante rigor, al amparo de una falsa justificación: el amor al pueblo. Disertan sobre el progreso, la generación de empleos, la satisfacción de las demandas apremiantes, etc.; de ahí sus slogans: Por la renovación moral de la sociedad; Que hable México; Bienestar para tu familia; El voto del cambio; Para que vivamos mejor; El presidente del empleo; Mi compromiso por México; Te lo firmo y te lo cumplo”.

 

Ninguno ha sido congruente con sus lemas, todo redunda en sus opuestos; es decir, procurar lo que para ellos es el bien con una política que se traduce en un daño social. Y eso ha venido incubando odios y resentimientos.

 

Los políticos, en sus afanes de no saber, han estado agrediendo con sus decisiones al pueblo, al que hunden cada vez más en un laberinto precario. Y cuando se les cuestiona al respecto, ofrecen respuestas carentes de toda lógica confundiendo a la audiencia con cifras y conceptos de nulo entendimiento.

 

Con un lenguaje atropellado y demagógico, sostienen a rajatabla que todas las reformas habrán de traer bienestar a la nación. ¿Qué beneficios trajo consigo el Tratado de Libre Comercio? ¿La privatización de las empresas paraestatales como los ingenios azucareros, la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, la minería, Ferrocarriles, Telefonía etc.? ¿Qué le redituó a México la entrega de la banca a los extranjeros? ¿Y qué la reforma agraria que hizo posible la venta de los ejidos?

 

¿Cuáles han sido las mejoras en el sector salud con las reformas al régimen pensionario del IMSS y del ISSSTE? ¿Qué beneficios obtuvieron los trabajadores con la reforma laboral? ¿Y qué de la alternancia en el poder con Vicente Fox y Felipe Calderón?

 

Y sin embargo todos han pretendido hacernos creer que lo hacen por amor a México aunque con su complemento hitleriano: destruyendo al pueblo y concitando el odio.

 

Y siguen los “reformones” con el mismo garlito. Dijo Peña Nieto el 13 de febrero del presente año en la reunión que tuvo con los banqueros: “México está en movimiento. México avanza por la ruta correcta, por la ruta de la transformación” Y nos quedamos mondos lirones porque ya lo dijo el presidente. ¿Hasta cuándo nos daremos cuenta que corrupción no sólo es robar sino premiar con nuestro silencio las falsedades y burlas de políticos aventureros que carecen de escrúpulos?

 

En ocasiones me parece que el poder del gobierno no reside en las instituciones, sino en la desidia, en la abulia, en la apatía de los ciudadanos. No sé si es cansancio o falta de voluntad, pero tal vez sea tiempo de cambiar de actitud.