(Foto Agencia Esquema)
Francisco RIVAS LINARES
¡Qué semana vivió Michoacán!
Así, entre signos que enfatizan la exclamación. Una exclamación dolorosa. Un
grito que implica el desahogo de la impotencia, de las lágrimas retenidas.
Lágrimas de coraje, de repudio y reclamo. Toda una mezcla de emociones que
insuflan la necesidad urgente de lanzar al aire un grito atronador.
Y era mi herencia una red de
agujeros…
Sangre, muerte, sufrimiento,
dolor, odio, rencores… todo en una cavidad que atosiga nuestros pechos. Sí,
esta es la herencia que hemos recibido: Una red de agujeros.
El gobierno de nuestro estado
emitió un mensaje de reconocimiento a la valentía de las fuerzas armadas y la
policía federal en los combates desarrollados esta semana que corre. Y al mismo
gobierno le pregunto: ¿Acaso la valentía de la población civil que se enfrenta
minuto a minuto a este esquema de inseguridad establecida, no le merece el
mismo reconocimiento?
Nosotros, los ciudadanos de a
pie, quienes tenemos que sortear los riesgos a que nos someten los
delincuentes, no sólo en las calles o las carreteras, sino incluso en nuestro
propio domicilio, violándolo con amenazas de extorción y asesinato, ¿no
merecemos también ese reconocimiento?
¿El aguante que hemos
demostrado ante sus ineficacias e ineficiencias, no nos hace merecer un
reconocimiento? ¿Qué hace diferente la valentía de las fuerzas armadas de la
valentía de una población inerme que padece la incertidumbre, ya cotidiana, de sobrevivir
a esta guerra de alta o baja intensidad, provocada por un expresidente que exhibió su cobardía huyendo al
extranjero, después de la debacle en la que hundió al país, repito, cuál es la
diferencia para no merecer idéntico reconocimiento?
Y era mi herencia una red de
agujeros…
A los caídos de las fuerzas
armadas les rinden homenajes por morir en el cumplimiento de su deber. A los
caídos de la sociedad civil, les llaman “daños colaterales” y ponen en duda su
honestidad al suponerlos involucrados en actividades ilícitas. ¿Y los
desaparecidos? Las madres siguen esperando respuestas. Madres que se resisten a
ser diluidas mediante la indiferencia, la indolencia de unas autoridades sordas
y ciegas.
Michoacán, compromiso de todos.
Una frase que simula una integración existente en el imaginario de quienes
ejercen el poder. ¿Cómo reconocernos en esa expresión carente de tareas
específicas?
¿Cómo organizar a la sociedad
para que se encuentre en sintonía con su gobierno, en esta lucha sorda, de
enfrentamientos beligerantes? ¿Cómo
sentar una base social definida y clara, si tenemos autoridades que se conducen
con mentiras y contradicciones?
Bien, empecemos por ahí:
¡Hablar con la verdad! Dejar el mito de la buena imagen para engañar turistas y
decirnos qué hay de cierto. Si la información es poder, informen al pueblo para
que compartan el poder. Sólo comprendiendo la situación podremos liberarnos de
nuestra condición de personas sometidas por los arrebatos de una delincuencia
desatada.
Que los Jefes de Manzana sean
convocados para recibir instrucción organizativa de sus vecinos representados.
Ellos, funcionarios honorarios de la comuna de Morelia, sean vehículos
retransmisores bajo formas asamblearias o colectividades barriales y que se cuente
–obviamente- con el apoyo irrestricto de las autoridades del gobierno. Es
urgente que se empiece a construir la sociedad autogestionaria, empezando por
la procuración de nuestra seguridad.
Esta sería la forma de
reconocer la valentía del pueblo.
POR LOS DESAPARECIDOS DE
MICHOACÁN: ¡VIVOS SE LOS LLEVARON! ¡VIVOS LOS QUEREMOS!