Francisco RIVAS LINARES
Verter opiniones negativas con el
propósito de causar daño a personas o instituciones, constituye una variante
del chisme. Lo mismo el compartir información privilegiada de una manera oculta
o simulada para estimular el surgimiento de grupos cohesionados para la
difusión de lo que se dice, siempre en aras de ocasionar perjuicios.
Se asegura que el chisme es
inherente a la naturaleza de los seres humanos, a pesar de los daños que
ocasionan tanto para quien lo dice como para quienes lo difundan. Su impacto es
mayor de lo que se piensa.
El chisme es una forma de
violencia que se emplea con tres propósitos: desprestigiar, sancionar o
controlar. Así lo precisa la investigadora Verónica Vázquez García del
Colegio de Postgraduados de la Universidad Autónoma de Chapingo, agregando que
éste –el chisme- “…se inserta en un mundo donde se ejerce el poder.”
Lo expuesto me sirve como piso
para expresar mi opinión sobre lo que se dice y desdice de la deuda pública de
nuestro estado.
En marzo de 2012, se aseguró
que Leonel Godoy había dejado una deuda de 38 mil millones de pesos, de los que
16 mil 316 millones correspondían a deuda de corto y largo plazo y el resto, 21
mil 684 millones, serían los adeudos pendientes con varios contratistas. Al declarar los anterior, Luis
Miranda, el ahora ex secretario de finanzas, exclamó en tono dramático:
“Enfrentamos una situación inusitada, de urgencia económica y financiera…”
El aludido Leonel Godoy negó
categóricamente dicha aseveración, asegurando que la deuda estatal era sólo de
15,987 millones de pesos, “una deuda manejable” afirmó en tono optimista. Y
agregó…“Luis Miranda demuestra su desconocimiento sobre la clasificación,
ejercicio y administración del gasto público”. Esa fue una forma discreta de
tacharlo de ignorante. (adnpolítico.com, 29 de marzo de 2012)
El 22 de julio de 2012 La
Jornada de Michoacán publicó que la mesa técnica del Congreso Local había determinado
que Godoy había dejado pasivos por más de 42 mil 400 millones de pesos; es
decir, 4 mil 400 millones más.
En agosto de 2012 Fausto
Vallejo turnó al Congreso del Estado el proyecto de restructuración financiera.
En dicho documento expresa que “…la Hacienda Pública del Estado enfrenta una
situación financiera grave”, pues entre los pasivos diversos y el déficit
fiscal suman compromisos por pagar
cercanos a los 39 mil millones de pesos. (noticias terra.com.mx 10
agosto 2012. Nota de Adán García)
El 8 de marzo del presente año,
Reporte Índigo en nota de Georgina Howard escribe que durante el gobierno de
Leonel Godoy desaparecieron 9 mil millones de pesos, nadie sabe dónde están,
pues el propio exgobernador nunca supo dónde quedaron o en qué los gastó.
Y vuelve a reiterar el monto de
la megadeuda por 38 mil millones de pesos, considerando su equivalencia al 7.6%
del PIB.
El lunes 11 de marzo del
presente año, Leonel Godoy aceptó charlar con un grupo de periodistas. Ante ellos
presumió que su gobierno fue honesto y de convicciones izquierdistas. Dijo
sentirse orgulloso por no tener empresas, negocios ni comercios, a pesar de
todos los cargos públicos que ha desempeñado, viviendo únicamente de su
trabajo. Luego se hizo la víctima al calificar de dolo, ignorancia y mala fe lo
que se ha dicho sobre la deuda pública que heredó su gobierno.
Mientras tanto Fausto Vallejo,
a más de un año de iniciar su gobierno, no ha dado claridad a sus gobernados
quedándose atrapado en el entorno del chisme. ¿Qué tanto de lo que se nos ha
dicho es cierto? ¿Qué es lo que se trama en los entretelones de la política? Todo
se ha quedado en los dimes y los diretes, arrebatos acusatorios de unos y la
presunción de una honestidad -en entredicho- de los otros.
Luis Miranda ya se fue y los
ciudadanos nos hemos quedado entrampados entre los mecanismos oscuros de –eso
sí- un megachisme. El manoseo de cifras sobre la deuda pública ¿qué propósitos
encierra? ¿Desprestigiar a los funcionarios anteriores? ¿A Leonel Godoy? ¿Al
partido político que pertenece? ¿O tal vez para controlar a los opositores perredistas?
La casta política es impredecible. De sobra son conocidos sus enjuagues y
acuerdos bajo la mesa, pues lo que dicen
hoy lo desmienten mañana o guardan un silencio cómplice apostando al olvido, pero
asegurándose de quedar al final del escándalo como compañeros de profundos
afectos, pasajeros del mismo barco y arrastrando sus añejas lacras morales.