lunes, 6 de febrero de 2012
QUO VADIS, LEONEL?
Francisco RIVAS LINARES
Previendo lo que se le viene encima, Leonel Godoy Rangel va estructurando su propia defensa en base a dos factores: El fuero y una verborrea a modo.
Aunque ha declarado que su reincorporación al Senado no es con el fin de utilizar el fuero constitucional inherente al cargo, sino para aprovechar la experiencia acumulada en el cuatrienio de su gobierno, es obvio que la susodicha declaración constituye un eufemismo.
La garantía de inmunidad concedida como prerrogativa a los legisladores de conformidad con el pensamiento constituyente de 1917, le pondrá a buen recaudo frente a posibles intentos del gobierno federal para detenerlo y enjuiciarlo, previa consunción de la garantía de procedibilidad constitucional.
A la par y con idéntico fin emplea declaraciones que suenan a un apostolado izquierdoso. “(Los de izquierda) nunca hemos sido bien vistos por la derecha conservadora (y) yo soy hombre de izquierda”, así predice su horizonte de perseguido político. Y arremete con singular entereza, asegurando que sabrá enfrentar “ese tipo de embates de una derecha conservadora (y) dogmática (que) sólo busca llevar agua a su molino en base a injurias, difamaciones y calumnias.”
Descalifica a priori las supuestas denuncias. Todo lo que en lo sucesivo se diga sobre su persona y gobierno serán injurias, difamaciones y calumnias. No es necesario ser suspicaz para deducir que se encuentra frente a barruntos persecutorios.
Difama que algo queda dice el dicho. Y el gobierno federal fue efectivo en su aplicación. Primero aireó sospechas para sembrar la duda, frente a lo cual Godoy no reaccionó con energía, sino más bien denotó cierta pusilanimidad. Daba la impresión de estar paralizado por el miedo.
Dos acontecimientos bastaron para ablandarlo: el atentado terrorista del 15 de septiembre de 2008 y el operativo espectacular del 26 de mayo de 2009, en el que se detuvieron a 35 servidores públicos acusados de tener ligas con el narcotráfico.
Fabiola Alanís, a la sazón presidenta del Consejo Estatal del PRD, fue quizás la única que reprobó oportuna y enérgicamente tal acto arbitrario, amenazando con movilizar a miles de personas como protesta. No se consumó, dejando la duda sobre las razones de su cancelación.
Colaboradores de bajo perfil que sólo administraron los conflictos bajo una medianía que rayaba en la estulticia, marcó al segundo gobierno de izquierda en Michoacán. Y los errores se contabilizan y se cobran. Esos fueron los coadyuvantes para el retorno de los dinosaurios del PRI.
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