viernes, 10 de febrero de 2012

El fin de un cuatrienio: Entre crepúsculos encendidos



Foto: Cambio de Michoacán

Francisco RIVAS LINARES


Dejo el gobierno “con la frente en alto, con dignidad…”
Leonel Godoy Rangel


Comparar la derrota del PRD en las pasadas elecciones con las que “supuestamente” se dieron en 1988 y 2006, no es más que el equívoco de una perspectiva enfermiza. Las dos presidenciales fueron fraudulentas para imponernos, con desparpajo aterrador, sendos gobernantes espurios. La del 13 de noviembre, en Michoacán, sí fue un vergonzoso fracaso para un gobernante que desde sus albores se congratulaba del bajo perfil con el que se desempeñaría.

La ineficacia fue el estigma del gobierno godoyista, un gobierno chato y gris cuyos funcionarios se dedicaron a medrar de lo establecido. El clásico “no te muevas” aspiracional de los mediocres fue su régimen y norma. Los factores pensar y actuar para resolver y transformar, propios de una izquierda comprometida, no se les dieron.

Las evidencias no necesitan ser comprobadas. A la vista tenemos las complicaciones derivadas de una mala administración: paros laborales, instalaciones tomadas, obstrucción de avenidas y carreteras, inseguridad galopante, marchas y protestas, amén de una deuda pública crecida, pasivos millonarios, compromisos incumplidos, confrontaciones encabritadas con autoridades federales; en fin, crepúsculos encendidos por los cuatro costados y un tiradero como resultado triste, además de lamentable.

Asegura el gobernante que todo proviene de “pequeños grupos” que pertenecen a la derecha conservadora dogmática y la ultraizquierda radical, quienes interesados en crear un sisma social al concluir su mandato, arman bochinche para marcarlo. Pero no dejan de ser sus personales molinos de viento, pues ayuno de capacidad para convencer, opta por divagar entre sus laberintos oníricos.

Y recurre a la historia suscribiendo los sucesos en el marco del acoso que sufrió la izquierda en el siglo pasado. Lo dice con caradura y sin ambages. A propósito, hay una expresión filosófica de Santo Tomás que dice que nunca se debería empezar una argumentación, si previamente no se definen con precisión las palabras. Esa es su dolencia. Leonel Godoy habla en la jerigonza de los políticos, al fin político; y entre el enredo de sus explicaciones, denota una falta de respeto hacia la inteligencia de sus ciudadanos.

Retorna al Senado para mantener el cobijo del fuero. Así podrá capotear las denuncias potenciales cuando éstas estallen. Empleará, además, los clásicos conjuros: cacería de brujas, persecución política, guerra sucia, y demás fraseología ad hoc.

Entre tanto, muchas dudas quedaron sembradas. Termina un gobierno que habló mucho callando mucho. Un gobierno que nos deja la sensación del fiasco.

Concluyo citando al talentoso académico Rolando Cordera Campos, hombre auténtico de la izquierda mexicana: “El escándalo prevalece cuando la política desfallece”.

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