Francisco RIVAS LINARES
En
el año 47 a. de C., el cónsul y general romano Julio César pronunció, ante el
senado, su célebre locución veni, vidi,
vici cuya traducción significa llegué,
vi y vencí. Con dicha expresión
Julio César denotaba el éxito obtenido en la batalla de Zeta en la que derrotó
al rey del Ponto.
Muchos
siglos después, en 1683, el rey de Polonia salió avante en la batalla de
Kahlenberg. Para darle la noticia al Papa Inocencio XI utilizó la misma
locución de Julio César aunque aplicando la paráfrasis constructiva: veni, vidi, Deus vicit, que traducido
dice llegué, vi y Dios venció.
El
papa Francisco llegó a nuestro país en esta segunda década del siglo XXI,
alimentando sólidas expectativas de esperanzas a través de la denuncia y el
llamado enérgico. Sus antecedentes así lo proclamaban (Estados Unidos, Bolivia,
etc.) Sin embargo optó por la comodidad del compromiso nulo hacia su iglesia y
su pontificado. Y navegó por las aguas turbulentas de la violencia entre la
parafernalia escénica evadiendo temas específicos. Se fue hacia lo coyuntural,
la generalidad de los hechos, y los platos siguieron sucios.
Recordemos
a Félix María de Samaniego con su fábula “El parto de los montes”:
Con
varios ademanes horrorosos/ los montes de parir dieron señales;/ consintieron
los hombres temerosos/ ver nacer los abortos más fatales./ Después que con
bramidos espantosos/ infundieron pavor a los mortales,/ estos montes, que al
mundo estremecieron,/ un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay
autores que con voces misteriosas/ estilo fanfarrón y campanudo/ nos anuncian
ideas portentosas;/ pero suele a menudo/ ser el gran parto de su pensamiento,/
después de tanto ruido sólo viento.
Las
expectativas quedaron reducidas a palabras cliché que a fuerza de ser
repetidas, han perdido sentido y propósito. Frases para marear. Expresiones
para enajenar. Y como en la fábula de Samaniego, después del sacudón, el monte
parió un ratón.
La
argumentación fácil (si es que se argumentó en algo) dominó el discurso. El
cariño y el abrazo terapéutico (cariñoterapia y abrazoterapia le llamó) se
propagó como linimento para el desconsuelo de quienes sufren de la violencia
reflejada en el crimen, desapariciones, violencia de género, pederastia, explotación
laboral y secuestros. Y frente a sus palabras, se encontraban, fantoches, los
victimarios.
La
Unidad de Investigación del Centro Católico Multimedial, publicó el 19 de
diciembre anterior su reporte anual 2015 bajo el título “25 años de sacerdocio
en la línea de fuego”. Ahí se expresa: “El Santo Padre Francisco en vísperas de
su visita a México podrá constatar que nuestro país vive una gravísima crisis,
sobre todo en lo que refiere al sector religioso, por la violencia desbordada
resultado de asesinatos, secuestros, extorsiones, y robo a mano armada
perpetrados bajo una demoniaca perversidad en contra del ministerio sacerdotal
(y que) no ha sido atendido por el gobierno mexicano… empecinado en mantener
una inacción que se traduce en desprecio y desencanto a la libertad religiosa…
La administración que encabeza el lic. Enrique Peña Nieto, pretende cubrir la
situación de violencia permanente y engañar que no pasa nada”
El
mismo informe, especifica: “Cotejando los números, en los tres primeros años de
la administración del lic. Felipe Calderón se traduce en 7 sacerdotes y 2
seminaristas asesinados. En los tres primeros años del lic. Enrique Peña Nieto,
van 11 sacerdotes, 1 seminarista y 1 laico sacristán asesinados, además 2
presbíteros desaparecidos.”
Sí,
Francisco, el Papa de la paz, optó por abrir los espacios al poder terrenal, a
los victimarios de este pueblo dolido. Las víctimas, en cambio, sufrieron de su
desprecio e indiferencia; y a manera de justificación, hizo suya la mentira
oficial de que los grupos de familiares de desaparecidos estaban confrontados y
con luchas internas. Así, el Papa de la Paz quedó reducido a ser un empleado-vocero
del gobierno.
La
noche del miércoles, antes de elevarse el avión a las alturas para cruzar el
Atlántico, Jorge Mario Bergoglio, el Papa de la Misericordia, bien pudo aplicar
otra paráfrasis constructiva: veni,
vidi, Peña Nieto vicit que traducido sería llegué, vi y Peña Nieto venció.
¡Qué peste queda en el
aire cuando se pudre una esperanza!
Porque
un desaparecido es una ausencia que dolerá toda la vida: Por los desaparecidos
de México, por los desaparecidos de Michoacán: ¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los
queremos! ¡Libertad a las gentes del pueblo apresados por defender su dignidad!
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