Francisco RIVAS LINARES
¡Levántense como leones tras su sueño en números invencibles! Sacudan sus cadenas a la tierra como rocío que cayó durante su sueño. ¡Ustedes son muchos, ellos son pocos! Shelley
El 10 de agosto del año anterior, con motivo del Día Internacional del Desaparecido, la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos expresó un cálculo escalofriante: Declaró que durante el gobierno de Felipe Calderón han desaparecido más de tres mil personas, de las cuales 400 eran por razones políticas, 500 mujeres y niños relacionados con la trata de personas y dos mil 100 por razones del narcotráfico.
Si a lo anterior le agregamos los 40 mil muertos que se contabilizan como resultado de la guerra que ha emprendido en solitario, entonces estaremos facultados para calificar a su gobierno como el más trágico y nefasto en toda la historia contemporánea de nuestro país.
Los poderes judicial y legislativo no se encuentran al margen de la responsabilidad. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia han ajustado sus juicios en chicanadas legaloides para que
Los legisladores viven su propio autismo. Viciados en discusiones circulares sobre tópicos ajenos al interés de sus representados, viven sus contertulias en recintos de alfombra roja con reposets mullidos y lobbys exclusivos.
Todos dicen estar cumpliendo con servicios a la patria. Los usos políticos que dan al lenguaje les hacen caer en la pedantería y enfatizar su falsedad. Se adjetivan de honestos, transparentes, respetuosos de la diversidad, de saber escuchar a los ciudadanos para cumplir sus demandas de mejorar su vida.
Y se sienten democráticos cuando hablan como lo hacen las clases populares. Suponen –y suponen mal- que hacerlo así proyectan la imagen de estar con el pueblo; pero sólo consiguen caer en el abandono y la vulgaridad.
Los gazapos declarativos de nuestros políticos fueron oportunamente comentados por Carlos Monsivais con la ironía que le caracterizaban, en su colaboración semanal “Por mi madre bohemios”, primero en la revista Siempre! que dirigía don José Pagés Llergo; y en los últimos años de su vida, en la revista Proceso.
La sociedad, sufrientes de esta tragedia provocada por la codicia del poder de unos cuantos, tiene que impulsar desde ahora el juicio de aquellos que, sintiéndose dueños de nuestro destino, se dedicaron a esquilmar a la nación; para que al concluir este sexenio de la indignidad, no abandonen el territorio en graciosa huida para contratarse con empresas gringas o españolas, beneficiarias directas del saqueo.
Y esto que expongo no es un mito, como pretende hacerlo creer la página de la presidencia con sus expresiones de caricaturas.
POR UNA SOCIEDAD SIN AGACHADOS: ¡NO MÁS SANGRE! ¡BASTA DE SANGRE!
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