miércoles, 11 de noviembre de 2009

La resistencia social como referente de la democracia


“El pacifismo es objetivamente profascista”. George Orwell

Cuando sea leída esta colaboración semanal, estaremos testimoniando una rebatinga más entre los legisladores federales por la disputa del presupuesto de egresos 2010. Poco más de tres millones de millones de pesos tendrán que distribuir entre el gasto corriente y diversos programas de gobierno, destacando los relativos a la salud, la educación y minucias electoreras.
Espectadores simples de esta comedia de enredos es el carácter único que nos han dejado nuestros atolondrados diputados y senadores, quienes sólo piensan en su porvenir político. Más que levantar la voz para la defensoría de sus representados, prefieren reptar como bestias encaramadas en la cima de sus personales ganancias aún a costa de su dignidad y honra.
La sociedad ha quedado sitiada por diversos grupos de poder; y quienes fueron electos para ejercer la facultad decisoria de la ciudadanía, sólo cumplen con obediencia ciega lo que sus coordinadores parlamentarios les imponen, previos arreglos con los poderes fácticos. De este modo son empujados a la aprobación acrítica y castrante, ajenos a su condición humana para quedar reducidos a marionetas manipulables.
Se les pudiera llamar legisladores “cucharitas” porque ni pichan ni cortan. Ahí se encuentran en la mesa de los repartos sólo para cucharear en su beneficio.
Los cabilderos del gobierno y de la iniciativa privada, tienen capacidad para extorsionar a quienes asumen determinaciones. Muchos y variados son los recursos de que se valen para obligarlos a modificar sus criterios y el sentido de sus pareceres.
Últimamente, por ejemplo, se ha comentado en voz alta el vuelco que han dado los diputados estatales en el asunto de la desincorporación de las 444 hectáreas de la isla La Palma, para beneficiar al Corporativo Kansas City. De la rigidez van transitando hacia la blandura.
Uno ejemplo más. Los diputados federales del Partido Revolucionario Institucional, se desgañitaron en su oposición a las nuevas tasas tributarias que les envió la Secretaría de Hacienda. Pero sólo fue cuestión de horas para variar su resistencia y convertirse en colaborativos del dogal impuesto al pueblo.
¿Qué ocurre tras las bambalinas del teatro legislativo? ¿Cuáles son los ofrecimientos, las dádivas, los obsequios o amenazas que se ventilan en secrecía? Cuando no hay transparencia ni razones convincentes que nos expliquen su carácter voluble, la imaginación se desdobla y elabora un solo supuesto: Corrupción
Y para la corrupción, los políticos tienen un refrán muy baquetón que dice: Me viste, te reíste. No me viste, te jodiste
Por cuanto a los partidos políticos, éstos sólo insinúan preocuparse por el bienestar de la comunidad. El espíritu de Maquiavelo domina la sesera de sus militantes y aplican los principios sugerentes para alcanzar –primero- y sostenerse –después- en el poder. Por eso asevero, sin temor a equivocarme, que los partidos políticos se han convertido en auténticos “mocos de pavo” por su inutilidad.
La resistencia es el recurso último que como sociedad nos queda. Una resistencia que obligue a la búsqueda de alternativas que nos abran superiores posibilidades. Aunque no debemos omitir que el Estado, como dueño absoluto de la violencia legal, la aplica con eficiencia inoculando el terror y criminalizando la disidencia.
Así lo denotan los acontecimientos últimos, una intención mal simulada para someter, forzosa y sibilinamente, cualquier acto de rebeldía que trastoque los intereses de las élites del poder. Y al pretender imponernos la doctrina de la obediencia debida, atentan contra el principio sustantivo de toda democracia: la integridad en el ejercicio de la libre manifestación de las ideas.
Sin embargo, contra todos los riesgos que pudiera implicar, tenemos que organizar la resistencia social como único antídoto contra la política del miedo. Acaso –y a imitación de Orfeo- ¿no seremos capaces de domesticar a la fiera con los conciertos de las protestas? Tal sería nuestro referente democrático.

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