Francisco RIVAS LINARES
La
severa crisis en que cayó el país en 1982, a pesar de la abundancia petrolera
que se nos había anunciado como feliz premonición de riqueza, el presidente José
López Portillo culpó del desastre a banqueros y empresarios. Y para curarse en
salud, en su último informe de gobierno dio a conocer la expedición de dos
decretos: la nacionalización de los bancos y el control generalizado de
cambios.
Esta
decisión impulsó a la clase empresarial a participar en la política partidaria,
encontrando en el PAN un ámbito propicio; aunque se incorporaron en menor
proporción, al PRI y más tarde al PRD como Ceferino Torreblanca. Les interesaba,
pues, resguardar sus intereses frente a cualquier impulso estatista y la
preservación de su tendencia liberal, más que prestar sus servicios a la
sociedad.
Conviene
precisar que el sector empresarial ya venía participando en asuntos políticos,
aunque bajo condiciones corporatistas o corporativistas más no perteneciendo a
partido político alguno, pues uno de sus principales ideólogos, Juan Sánchez
Navarro, así se los había recomendado. Sin embargo ante los decretos del licenciado
López Portillo, sintieron que sus intereses económicos estaban en riesgo.
Así
se afiliaron al PAN importantes exdirigentes empresariales, como Ernesto Rufo,
Vicente Fox, destacando Manuel J. Clouthier. Dice el licenciado en Letras
Españolas, Luis Eduardo Ibañez, en su artículo Dilemas de la derecha en México:
“La visibilidad y el liderazgo social desplegado en el movimiento empresarial
contra el gobierno llevó a muchos empresarios directamente a ocupar puestos y
nominaciones en diversas regiones del país. El proceso se registró igualmente
en el PRI aunque en menor proporción en el PRD.”
Al
iniciar el presente siglo tuvo lugar la transición política que llevó a la
alternancia en el poder, a un cambio de régimen y a una transformación
institucional de la presidencia, del Congreso y de los gobiernos de los
estados.
Una
declaración de Vicente Fox hecha a un diario panameño el 14 de junio de 2001,
afianzó la naturaleza de su administración. Dijo: “mi gobierno es de empresarios, por los empresarios y para los
empresarios”. El mensaje quedó establecido: todas las acciones
gubernamentales serían, en lo sucesivo, consultadas previamente y sin recato
con el sector privado, aun atentando contra la articulación social.
Cuando
lo privado invade lo público se cae en una contradicción necia por la
desigualdad de los intereses que se defienden, pues en tanto que el primero
privilegia lo económico, lo público, en cambio, procura el bienestar del
universo social. Tenemos un claro ejemplo con la compañía Kansas City que por
favorecer a una élite empresarial, perjudica a toda una geografía humana por
donde transita el ferrocarril.
La
aplicación de estrategias empresariales a la “cosa” pública, siempre será la
causa de reacciones sociales de resistencia; pero para su control, cuentan a su
favor –los empresarios- con sindicatos fantasmas o “charros”, la represión
policial y judicial como aporte del Estado y la manipulación mediática que
impone matrices de opinión.
El
desarrollo, el fortalecimiento del mercado interno, el apoyo a la economía
familiar, el combate a la pobreza y al hambre, etc., son sus frases
publicitarias que de tan repetidas, sólo causan escozor y molestia. Para
quienes detentan el poder económico el esfuerzo es el único instrumento para
superar la pobreza y esto los hace ser excluyentes. Y cuando asumen el poder
político, les fastidia la exigencia social para que cumplan con la proporción
de los servicios a que están obligados.
La
pobreza la asocian con la pereza, la ignorancia y la falta de talento: Los pobres
están pobres porque quieren, suelen afirmar, como si ser rico, bastara con
desearlo. No atribuyen la pobreza a la estructura del sistema económico,
político y social porque no les conviene a sus pretensiones. La pobreza es un
problema social y no una cuestión de actitud.
Los
empresarios como gobierno, consideran una aberración combatir la pobreza con
programas sociales o en transferencias monetarias. Ellos, los pobres, deberán
esforzarse para salir de ella, afirman con contundencia.
-¿Por
qué cree que en Michoacán hemos fallado en tantos ámbitos…? Le pregunta el
entrevistador Elmer Homero a Alfonso Martínez Alcázar, actual Presidente
Municipal de Morelia, a lo que responde:
“La
verdad, es porque hemos tenido un gobierno paternalista que todo le da a la
gente, y creo que las cosas se deben de ganar, yo siento mucha frustración con
la gente que recurrentemente está en las oficinas de Gobierno, pidiendo les
resuelvan sus problemas, cuando si ellos se hubieran aplicado o puesto a
trabajar, ya los hubieran resuelto sin pedirle a nadie”. (Entrevista publicada
el 22 de octubre 2013 en http://www.atiempo.mx/editoriales/la-entrevista-atiempo-alfonso-martinez-alcazar/ )
No
se podía esperar menos que eso en voz de un empresario hoy al frente del
gobierno municipal. La ingenuidad que aún prevalece en quienes siguen incubando
esperanzas para que responda al llamado de la sociedad apelando a su condición
de “independiente”, es lo que alimenta su democracia “pop”: Hablar para el
pueblo y trabajar para los ricos.
Porque
un desaparecido es una ausencia que dolerá toda la vida: Por los desaparecidos
de México, por los desaparecidos de Michoacán: ¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos
los queremos! ¡Libertad a las gentes del pueblo apresados por defender su
dignidad!